Tan fácil como sentarse en el sofá y ponerse a escribir. Coger papel y boli, dejar por un tiempo esas teclas que te aprisionan diez meses al año, y dejar descansar la vista de pantallas luminosas para volver a tener la sensación de cuando tenías siete años. Cuando llegabas a casa con la mochila a la espalda, una mochila que, a pesar de su inmenso tamaño, guardaba tan sólo un par de libros de lengua, de conocimiento del medio o de cualquier otra materia que tan lejanas se nos han quedado. Tenías ganas de que llegase el verano, porque descansarías de dar esas clases que tan largas se te hacían, en las que cada minuto que pasaba se lo restabas al tiempo que quedaba para la hora del recreo. Ese recreo en el que los chicos jubaban al fútbol, las chicas intercambiaban cromos o hacían corrillos en los que a cada bocado del bocadillo le acompañaba el cotilleo de quién estaba por quién. Pero los chicos pasaban de esas cosas. Las niñas siempre nos fijábamos en los niños, ellos pasaban de nosotras. Cuánto cambian las cosas cuando te echas años encima.
Ahora recordamos con nostalgia esa época en la que nos vestíamos de formas que ahora nos parecen ridículas, pero que en aquellos años noventa y tantos no lo parecían. Recordamos ese verano de mañanas en la playa, en las que la mami desde la orilla peleaba contigo para que comieras el melocotón a eso de las 12 del medio día. Y ahora nos empecinamos en creer que nuestra vida emocional depende en gran parte de esa desconocida red virtual que nos conecta a todos y nos tiene cogidos no precisamente de las manos.
Aunque ahora se mantenga el escenario, las condiciones han cambiado. La playa pasa a ser más anhelada que ocupada, y el tiempo verdaderamente libre ya no abarca los tres meses de verano, sino los quince o treinta días de vacaciones laborales. Luego volvemos a la rutina de madrugar, de límite de horarios... De volver a teclear.
PUEDE HABER SIDO DIFERENTE, PERO ACABA SIENDO IGUAL
ResponderEliminarPuede que no se vuelva a la costumbre de madrugar porque no se llegara a adquirir. Puede que al volver al la playa, el anhelo venga del recuerdo de cuando ibas y no hacías nada por lo que te pudieran multar.
Puede que renunciemos a parte de nuestra vida emocional con tal de no emplear la tecnología como tarjeta de visita en nuestra vida social.
Puede que mami nunca viniera a la playa. Puede que cada mañana, al vestirnos como los convencionalismos de nuestra cultura, posición social, conocimientos y aspiraciones nos obligan, anhelemos la libertad de elección que tuvimos en el pasado, cuando aún no sabíamos quiénes éramos. Puede que por eso mami no viniera a la playa.
"Cuanto cambian las cosas cuando te echas años encima", como dijo la escritora.
Aunque fuéramos alérgicos a los melocotones.
Aunque algunos no jugaramos a futbol. Aunque lleváramos sólo un libro para que la profesora nos pusiera con la compañera de al lado en casi todas las asinaturas "que tan lejanas se nos han quedado".
Aunque el verano significara un infierno de clases particulares en los que echábamos en faltaa a la veintena de niños pijos que distraían al profesor y podíamos perder el tiempo con lo que quisiéramos.
A pesar de todo esto, acomodarte con boli y papel y regalarte un momento de inspiración es la mayor sensación de libertad que conocemos algunos. El resultado final no importa, sólo las sensaciones que nos encontramos en el desarrollo.
Graciés Ade per este moment d'ispiració.
Crec que les gràcies he de donar-les jo!
ResponderEliminarGenial comentari, de veres.
:)
M'agradat, com sempre =)
ResponderEliminarEs cierto que las cosas se ven diferentes con la perspectiva del tiempo, pero también es cierto que la vida te devuelve, en forma de recuerdos, todas esas emociones tan díficiles de borrar.
ResponderEliminarAunque siempre es necesario, para no llegar a la locura "adulta" mantener la mirada inocente cuando eramos niños.
Un beso.
(Inma)
Precisamente hoy he recordado, mientras veía a los niños en un parque acuático, esa inocencia que perdimos y que, cuando te has dado cuenta y eres un adulto, tanta falta sabes que hace...
ResponderEliminarOtro beso para ti Inma. (Y para tus peques ;))
¡Y gracias a ti también Paula! ;)