El recorrido mundial de las repentinas noticias que han sucedido en estos últimos dos días tanto en España como en Libia también han hecho parada en Milán, provocando una sensación extraña. Desde el jueves, tanto yo como mi compañera de cuarto -aunque, tras mes y medio de convivencia, ya me permito llamarle 'buena amiga'-, parecemos dos fieras hambrientas en busca y captura de su presa. Qué, quién, cómo, cuándo y por qué son las cinco uves dobles -en inglés- que deseamos conocer para saciar nuestro apetito informativo. Un apetito que prolifera con ecos de que la mayor banda terrorista de la historia de España ha anunciado que deja las armas -aunque no sabemos exactamente dónde- y comienza una etapa de relativa calma. Un apetito que huele la sangre de un dictador cuya muerte grabada en imágenes está siendo el visionado más trillado en el telediario. Llevamos dos días sumidas en una cueva de flujo informativo que, lejos de apartarnos de la actualidad, sí nos aleja de la vida en la ciudad milanesa. La 'dolce vita'... Pero nos puede la curiosidad, nos atrae la saciedad informativa, nos calma saber. Si los telediarios cuentan hechos, nosotras pedimos análisis. Si las imágenes delatan violencia, nosotras pedimos juicios... Somos insaciables.
Entre nosotras, de camino como cada día hacia el metro, especulamos sobre historias que nos llegan desde nuestro punto de origen de esta aventura en la que llevamos más de un mes embaucadas. Esta burbuja llamada 'Erasmus' y que muchos estudiantes creen impenetrable de dentro hacia afuera, pensamiento ni mucho menos acertado. 'Vaya con el 2011'... Y lo que espera inminentemente detrás de la esquina, que une el 19 de noviembre con la nueva era 'post Zapatero'.
Mientras miles de libios celebran la muerte a sangre fría de una persona -atemoriza pensarlo, por muy dictador que ésta sea- más de cien españoles etiquetados en este curso 2011/2012 disfrutan de la nocturnidad milanesa y sus consecuencias. Al días siguiente, despertarán con entre siete y diez fotografías nuevas en sus perfiles de Facebook y/o Tuenti, y con vagos recuerdos de flashes, músicas y amargos sabores en el paladar. De pequeña tenía una especie de bote en forma de tubo, en el que la tapa se enroscaba y tenía forma alargada con un círculo vacío en su final, y que me permitía hacer pompas y lanzarlas al aire. Sabía que las burbujas pronto estallarían, al fin y al cabo, eran de jabón...
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